El Logos nació en Grecia, y Grecia lo alimentó, primero, con la naturaleza, después, con las ideas y, por último, con ambas a la vez. También lo educó poniéndole unas normas y marcándole unos límites que con el cristianismo olvidó.
Aquel Logos originario, que pretendía ser y dar razón de los acontecimientos, fue perdiendo sus raíces y olvidándose de sí para pasar a ser, no ya principio y fin, sino sólo medio, instrumento de fines contradictorios, es decir, su pura negación.
El límite de su decadencia, sin embargo, lo alcanza con la llegada y desarrollo del capitalismo y de su creación más ignominiosa: la Lógica del Mercado, el Logos convertido en pura mercancía.
Tsipras y Varoufakis han rescatado del olvido aquel Logos originario, pero enfrente se han encontrado con unas personas acomplejadas, acostumbradas a ser oídas sin ser respondidas, que confunden el poder con la verdad y que creen que son las cosas las que dan razón del Logos y no al revés.
La belleza, la alegría de vivir, la inteligencia, el LOGOS, frente a la fealdad, la amargura, la envidia y el poder del dinero.
Pero Europa era una diosa griega. Europa es Grecia.
miércoles, 8 de julio de 2015
martes, 14 de abril de 2015
Si pudiera
Si
pudiera lograr que las palabras cobraran vida, que fueran alegría y
tristeza, dolor y gozo, denuncia y no renuncia; si consiguiera expresar
en una frase la miseria, la injusticia, o desvelar la bajeza moral del
capitalismo escondida tras la máscara de la hipocresía; si fuera capaz
de que lo expresado llegara directamente al corazón, a la patria del
amor y de la compasión comprometida, entoces sería Eduardo Galeano.
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