miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los belenes

LOS BELENES

(Reflexiones sobre si deben poder colocarse ‘belenes’ en los colegios públicos de enseñanza.)

En primer lugar, lo que es público es de toda la comunidad y, por tanto, no debe ser nunca instrumento al servicio sólo de una parte de esa colectividad. Colocar un belén en un colegio público significa que se utiliza el centro, que es de toda la colectividad, como instrumento de expresión de las creencias de una parte de la misma, lo cual es injusto.

En segundo lugar, se puede argumentar que los belenes pertenecen a la tradición. Que algo sea tradicional no puede ser considerado como un argumento a favor de su mantenimiento porque, si tuviésemos que hacerlo, estaríamos adorando al sol, a la luna o a unas piedras situadas en una determinada posición y, como es evidente, eso no ocurre. Lo que hace que algo sea bueno o no y, por tanto digno de ser mantenido o eliminado, no radica en que sea tradicional, sino en que respete los valores que una colectividad considera como tales y que, como puede observarse, son cambiantes a lo largo de la historia. Nuestra colectividad considera como un valor el respeto a las creencias -o ausencia de ellas- de todas las personas y el que esas creencias puedan expresarse en aquellos lugares que se consideran adecuados para ello. Por eso, quienes tienen determinadas creencias religiosas tienen también derecho a expresarlas en sus lugares de culto -iglesias, mezquitas, sinagogas…-, así como en sus hogares, pero no en aquellos otros que pertenecen a toda la colectividad, como son los centros públicos de enseñanza.

En tercer lugar, se dice que colocar un belén ‘no hace daño a nadie’. Sobre esto, habría que decir que si la frase se refiere al daño físico, entonces es verdadera. Pero, está claro que hay daños más sutiles que los físicos y no por ello menos dolorosos. Un belén es un símbolo de una determinada creencia religiosa que no es compartido por todas las personas de la colectividad y, por tanto, de la misma manera que nos negaríamos a colocar en nuestras casas imágenes que fueran en contra de nuestras creencias y modos de pensar, también nos tenemos que negar a que sean expuestas en la casa común que es el colegio público.

Por último, el colegio público debe impulsar todo aquello que pueda unir a las personas que tengan distintas culturas, creencias, costumbres o tradiciones, y evitar, en cambio, lo que las pueda separar. Un símbolo exclusivo de una de las partes componentes de la comunidad escolar nunca puede ser un elemento integrador y de unión de lo diferente y, por eso, es totalmente desaconsejable su uso dentro de esa comunidad.