domingo, 7 de julio de 2019

El tiempo

 Como en el  caso  de otras  palabras,  hablamos  del  tiempo como  si  fuese algo objetivo,  único  y  absoluto.  Arrastramos  desde  la antigüedad ese  prejuicio,  a pesar  de los  intentos  de Kant  y  Einstein,  entre otros,  de mostrar  el  error  de esa  concepción.  El tiempo puede ser  histórico  (o cronológico),  subjetivo  -porque la conciencia-vivencia que tenemos  de él  es  pura  subjetividad-  o  físico,  en cuyo caso  es  relativo,  pues  depende  de algo que no es  tiempo (la velocidad,  la situación  del  observador...),  como demostró Einstein. Por  lo que se  refiere  al  tiempo histórico  -que,  además,  es  tiempo político-  se debe subrayar  el  uso  equivocado que se  hace  del  pasado.  Se  utiliza,  a menudo,  y fundamentalmente por  la derecha  política,  la idea  de  que  hay  que  mirar  al  futuro olvidándose  del  pasado (normalmente  el  pasado que  la  derecha  quiere olvidar  es  el que la retrata  poco  "favorecida”),  porque  este ya no  existe.  Pero  la verdad  es  que  el pasado histórico  es  presente en cada  persona que lo vivió  y  que,  por  tanto,  mientras existen testigos  de ese pasado,  él  es  real.  Quienes  vivieron  el  franquismo,  por  ejemplo, son,  en  alguna  medida,  fruto de lo que ese  sistema  fue,  hizo o representó,  bien para afirmarlo,  bien  para  negarlo,  bien  para  gozarlo,  bien  para  soportarlo y  sufrirlo.  Y  es meridianamente claro  que todos  los  ámbitos  de la  vida quedan afectados  por  la política concreta vivida en el  pasado,  incluso  los  que  se  consideran más  íntimos  o personales: desde los  gustos  estéticos,  pasando  por  el  desarrollo de la  sexualidad,  acabando  por  la concepción  moral  o política  de la realidad social. Por  otra  parte,  el  tiempo subjetivo  es,  si  algo es,  conciencia  de  futuro.  Por  eso decimos,  "aún me queda tiempo para.”,  porque el  tiempo subjetivo  es  real  en la  medida en que  va unido a  proyectos  por  realizar.  Quien  no  tiene  proyectos  deja  que el  tiempo "pase”. La duración del  tiempo subjetivo,  a la vista de lo anterior,  tiene  que ver  con nuestra capacidad para elaborar  proyectos.  Por  eso,  quien no tiene futuro,  porque  no puede  o no quiere  hacerlo real  a través  de  proyectos,  carece  de  tiempo,  porque no  hay tiempo sin  cambio  y  este lo posibilitan  los  proyectos  por  realizar.  La  conciencia  de futuro,  que es  el  tiempo real  de la persona,  expresa  la vida en su verdadero sentido (¿qué otra cosa  es,  si  no,  vivir  humanamente?).  Cuando  alguien  queda  sujeto  a  un pasado,  real  o imaginado,  no vive de un  modo  humano (por  más  que nuestra ‘humanidad’  le  otorgue  esa  cualidad)  sino “cosificadamente”  ya que,  como  dijo Nietzsche,  "vivir  es  inventar”  y  la capacidad  de inventar  es,  como  se  comprende fácilmente,  atributo  fundamental  del  pensamiento  infantil,  inocente,  carente  de conocimientos  acabados.  La certeza en el  saber  mata la capacidad inventiva,  al  igual que acaba con la inocencia,  y  la prueba la  encontramos  a lo largo de los  siglos  que duró la Edad Media,  durante los  cuales  la  fe en  un conocimiento cierto y  verdadero disminuyó la posibilidad de  ampliarlo,  así  como  de vivir  inocentemente.  Quien tiene esa certeza carece  de  esperanza  en  este  mundo,  reniega  de  lo  nuevo y  se  ancla  en la contemplación  estéril  o  en el  pesimismo  paralizante y  solo  le queda el  refugio  en  el  más allá inexistente.  En suma,  pierde el  tiempo.

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