miércoles, 2 de noviembre de 2016

No me arrepiento

Desde hace un tiempo, se está instalando un discurso que podríamos llamar de culpabilización general por las realidades negativas que existen en la sociedad. Ejemplos de ello son los artículos de opinión e intervenciones en foros de debate en radio y televisión acerca de la violencia de ETA y el dolor generado en las víctimas. Algunas personas consideran que la mayoría de la ciudadanía del País Vasco y Navarra ha sido responsable, por omisión, del dolor causado a las víctimas e incluso de la perduración de la propia ETA y sus atentados. Al respecto, expongo estas reflexiones con la intención de aclarar algunos aspectos del tema que, en mi opinión, se olvidan en dicho discurso.
Desde luego, es innegable que al poder político le interesa esa actitud que reparte la responsabilidad de los males, aunque la mayoría de la población carezca de la capacidad de tomar decisiones para generarlos o evitarlos. En este sentido, afirmo que la responsabilidad política la tiene en su totalidad quien detenta el poder, no la ciudadanía a la que sólo se la tiene en cuenta para que deposite su voto cada cuatro años o, si se quiere, y siendo más exactos, la responsabilidad de ésta se reduce al porcentaje de participación en la toma de decisiones, que vendría a ser de medio minuto dedicado a depositar el voto frente a los cuatro años que corresponderían a las personas que toman las decisiones políticas.
¿Por qué, entonces ese sentimiento de culpa que albergan algunas personas y quieren hacer extensible a toda la ciudadanía? Por la sencilla razón de que se juzgan realidades pasadas desde la perspectiva presente, olvidando el contexto político y social e ideológico en el que surgen los conflictos. Es lo que Carlos Castilla del Pino llamaba “situación”, que es “la resultante del diálogo de la persona -o grupos de personas, añado yo- con SU realidad”. Evidentemente, requiere más esfuerzo conocer las circunstancias que rodean a un acontecimiento antes de juzgarlo que aplicar los principios morales sin tenerlas en cuenta. Pero, la diferencia es enorme entre una y otra actitud indagadora. En efecto, tener en cuenta la situación permite entender por qué determinadas personas actúan de determinada manera, lo que en absoluto significa comprender su actitud, es decir, y siguiendo a la RAE, “encontrar justificados o naturales los actos o sentimientos de otro”.

El contexto

La realidad en la que surge ETA tenía, entre otros, los siguientes rasgos característicos, cuyo orden no sigue ninguna pauta previamente establecida ni pretende ser totalizadora:
·         Se dan dos bloques político-ideológicos a nivel mundial (capitalismo vs socialismo).
·         Se extienden en el mundo, y también en el estado español, los movimientos de liberación de los pueblos colonizados y de los nacionalismos (la mayoría con pretensiones independentistas), así como partidos revolucionarios partidarios de utilizar la acción armada.
·         Existencia de una dictadura defensora de la unidad nacional y negadora de cualquier diferencia que suponga el cuestionamiento de aquélla.
·         Se impone, en parte de esos movimientos revolucionarios, la idea de que es necesaria una vanguardia que abra camino al conjunto de la ciudadanía. Aparecen ETA, Terra Lliure, Loita Armada Galega, Iraultza, FRAP…A esa vanguardia se suman, principalmente, personas jóvenes, más dadas al idealismo y más propensas al sacrificio por una causa que consideran justa.
·         Los primeros atentados de ETA sólo encuentran reproches en el régimen franquista, porque se interpretaban como parte de la lucha de la izquierda contra el franquismo.
·         La muerte de Franco y la Ley de Amnistía, que benefició mucho más a los causantes de la guerra civil y de los miles de asesinados por el régimen que a los militantes en contra del mismo, no supusieron la desaparición de ETA sino, por  el contrario, el aumento de su actividad. Su objetivo principal, la independencia, no coincidía con el de otros partidos de izquierda (revolucionarios o no).
·         Partidos que en la clandestinidad defendían el derecho a la autodeterminación (como el PSOE, por ejemplo), abandonan esa reivindicación o, como el PC, la dejan en al baúl de los recuerdos.
·         El estado francés dio refugio, o lo permitió, durante muchos años a ETA y su entorno, hasta el punto de ser considerado su “santuario”.
·         Desde el estado se reacciona con leyes (Ley Antiterrorista) que se usan indiscriminadamente -convirtiendo a muchos inocentes en sospechosos de terrorismo-, prolongan la detención y facilitan las torturas, y con la creación de grupos paramilitares (Batallón Vasco Español, GAL…).
·         La indiscriminación en los atentados -con su consiguiente pérdida de apoyo social-, la implicación de Francia y la acción policial, son, entre otros, elementos que irán minando la estructura que servía de apoyo a ETA y, con el tiempo, van a suponer su renuncia a la lucha armada y, casi con seguridad, su desaparición.
Al hilo de lo anterior, habría que añadir que el contexto social condiciona las actitudes personales en muchos aspectos de la vida y, por tanto, también en la política. En los años 80-90, tener entre dieciocho y veinticinco años y nacer en Hernani, o tener esa misma edad y vivir en la pobreza en un pueblo de Andalucía, por poner un ejemplo, cambia radicalmente las expectativas de cómo se pueden desarrollar las vidas de dos personas. Las exigencias de responsabilidad, también deben tener eso en cuenta, porque desde la distancia se suele ser más valiente que ante la cercanía de un peligro. Y eso es aplicable, también, a la ciudadanía toda. Era más fácil criticar a ETA en Extremadura que en el Goierri. 

La ciudadanía

Una parte de la ciudadanía -no soy capaz de cuantificarla-, entre la que me incluyo, se encontraba en un perpetuo estado de confusión ante una situación que escapaba a toda reflexión serena e imparcial. La coincidencia de los atentados de ETA con los del GAL, las muertes indiscriminadas, la existencia de torturas, la limitación de las libertades, el papel de los medios de persuasión, como los llama acertadamente Vincent Navarro, no ayudaban precisamente a aquella reflexión y a la toma de decisiones con criterio no prestado. El maniqueísmo moral se imponía por doquier: todos exigían absoluta entrega a cada causa, ignorando que se puede estar de acuerdo en parte sin estarlo en todo. Así, posicionarse puntualmente en una convocatoria era aprovechado por los convocantes para extender ese apoyo  a otras causas ajenas a los llamamientos (ya fuera la unidad de España, ya fuera la independencia de Euskadi…). No cabían matices que eran interpretados como traiciones.
A lo anterior, habría que añadir la utilización política de los presos, por una parte, y de las víctimas de ETA, por otra, con el objetivo de imponer los objetivos pretendidos, lejanos a la exigencia de justicia que unos y otras decían reclamar. En este sentido, resulta reseñable el distinto tratamiento que el estado ha dado a las víctimas del terrorismo, llegando a la marginación de la asociación dirigida por Pilar Manjón y al cuasi desprecio a las víctimas de los GAL, a las cuales la justicia ni siquiera las consideró como tales.

Lo moral

Desde un punto de vista moral, las mismas acciones deben tener el mismo tratamiento y deben ser juzgadas de igual manera (un asesinato lo es tanto si lo realiza una organización armada, como si la responsable es la policía). Algunas personas, quizás la mayoría, rechazamos la tortura y los asesinatos por inmorales, independientemente del objetivo que con ellos se pretenda, y nos han dolido la mayoría de las muertes con una intensidad distinta según las circunstancias que rodeaban las mismas, pero, no aceptamos que se nos haga responsables aduciendo que hemos mirado para otro lado, hemos hecho caso omiso, nos hemos autocensurado o hemos guardado silencio cómplice. Nuestra sociedad es muy dada a grandes manifestaciones de dolor convertidas en espectáculo, y al olvido de las causas de ese dolor al acabar el espectáculo. Pero el dolor moral no necesita ser expresado con manifestaciones que, además, como ya he señalado, casi siempre tenían otros objetivos (políticos) que no eran apoyar a las víctimas o rechazar determinadas formas de violencia. Los responsables morales son quienes ejecutaban las acciones (asesinatos, torturas…) o ayudaban a planificarlas o las apoyaban. Negar esto supone compartir la  responsabilidad del hambre en el mundo, de las muertes en el Mediterráneo, de las guerras…responsabilidad que, en verdad, sólo corresponde a sus causantes.

Lo político

Por lo que se refiere al aspecto político del tema, y al contrario que en lo referente a la moral, las mismas acciones (asesinatos, tortura, secuestros…) no deben tener siempre el mismo tratamiento. En efecto, la valoración tiene que ser mucho más negativa cuando los autores son representantes del estado, que cuando son personas que se enfrentan a ese estado. La razón es obvia: los primeros representan la ley y son responsables de que se cumpla; los segundos no.
Ciertamente, y recordando a Kant, estamos rodeados de “moralistas políticos”, es decir, de aquéllos que utilizan la moral como medio para conseguir sus fines políticos, en vez de estarlo de “políticos morales”, es decir, de aquéllos cuya moral rige sus políticas. En ellos recae la responsabilidad, que supuestamente asumen como una carga, de resolver los problemas sociales y políticos por medios morales, no en la ciudadanía.

miércoles, 8 de julio de 2015

Logos

 El Logos nació en Grecia, y Grecia lo alimentó, primero, con la naturaleza, después, con las ideas y, por último, con ambas a la vez. También lo educó poniéndole unas normas y marcándole unos límites que con el cristianismo olvidó.
 Aquel Logos originario, que pretendía ser y dar razón de los acontecimientos, fue perdiendo sus raíces y olvidándose de sí para pasar a ser, no ya principio y fin, sino sólo medio, instrumento de fines contradictorios, es decir, su pura negación.
 El límite de su decadencia, sin embargo, lo alcanza con la llegada y desarrollo del capitalismo y de su creación más ignominiosa: la Lógica del Mercado, el Logos convertido en pura mercancía.
 Tsipras y Varoufakis han rescatado del olvido aquel Logos originario, pero enfrente se han encontrado con unas personas acomplejadas, acostumbradas a ser oídas sin ser respondidas, que confunden el poder con la verdad y que creen que son las cosas las que dan razón del Logos y no al revés.
 La belleza, la alegría de vivir, la inteligencia, el LOGOS, frente a la fealdad, la amargura, la envidia y el poder del dinero.
 Pero Europa era una diosa griega. Europa es Grecia.

martes, 14 de abril de 2015

Si pudiera



Si pudiera lograr que las palabras cobraran vida, que fueran alegría y tristeza, dolor y gozo, denuncia y no renuncia; si consiguiera expresar en una frase la miseria, la injusticia, o desvelar la bajeza moral del capitalismo escondida tras la máscara de la hipocresía; si fuera capaz de que lo expresado llegara directamente al corazón, a la patria del amor y de la compasión comprometida, entoces sería Eduardo Galeano.

jueves, 23 de octubre de 2014

El ventilador




EL VENTILADOR

            -“¿Qué hacer -se preguntaba el Gran Hermano- cuando la corrupción desborda las cloacas del poder y emerge a la superficie?, ¿cómo conseguir que el pueblo enfurecido por la pobreza en la que le he sumido no dirija sus iras hacia mi persona?”.
Llamó al responsable del Miniver (el Ministerio de la Verdad) para encargarle la búsqueda de una respuesta a sus preguntas. No tardó mucho tiempo en traer lo que el Gran Hermano le demandaba.
-“Es sencillo -dijo-, basta con aplicar el ventilador. Si tenemos un montón de polvo de carbón y otro de harina sobre un suelo gris, se percibirán con claridad y se podrán diferenciar; si colocamos el ventilador en marcha apuntando hacia dichos montones, ambos polvos se esparcirán por el suelo, haciendo muy difícil, por no decir imposible, distinguirlos. Con la corrupción ocurrirá lo mismo, amado Gran Hermano, esparzámosla por doquier y no habrá forma de distinguirla de la honradez.”
Y así se hizo.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

La supuesta muerte de la ideología de género




El título del artículo de Nuria Chinchilla[1] (¡No más lavado de cerebro en Noruega! Desmontan el mito de la ideología de género!) expresa muy bien lo que no debe ser un escrito que se pretende científico. Es más un eslogan propagandístico o un lema político-ideológico. Afirmar que la ideología de género es un lavado de cerebro, es no saber en qué consiste un lavado de cerebro aunque sea metafórico. Pero no es lo peor el título sino lo que se expone a continuación.
Comienza con la noticia -de Diciembre de 2011-  de que el “Consejo Nórdico de Ministros (Consejo Intergubernamental de Cooperación Nórdico: Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca e Islandia) decidió cerrar el Instituto de género nórdico NIKK que estaba situado en Oslo”, y continúa con la exposición de en qué consiste la ideología de género. Para la autora, dicha ideología defiende que “el ser hombre o mujer no es una cuestión biológica sino cultural”. No cabe mayor error conceptual que semejante afirmación. El género expresa unas características que se suponen pertenecientes a un modo de ser de la persona. Una mujer o un hombre pueden ser masculinos o femeninos, sin dejar por ello de ser mujer u hombre. Lo que dice la ideología de género es que el ser masculino o femenino es fundamentalmente cultural, no el ser hombre o mujer.
Como prueba de la “falsedad” de la ideología de género, Nuria señala la desaparición del NIKK después de que un documental de la televisión noruega cuestionara los logros de dicho instituto en lo referente al cambio de actitudes de hombre y mujeres respecto a los estereotipos de género y, más en concreto, a las tendencias profesionales de hombre y mujeres. Pues bien, la verdad o falsedad de la ideología de género no depende ni de la existencia ni de la desaparición de un instituto determinado, de la misma manera que la verdad o falsedad del geocentrismo no dependió de la existencia o desaparición de la Inquisición. De hecho, el instituto desapareció pero no así los Ministerios de Igualdad de Género de los países que lo impulsaron.
La traca final, sin embargo, es digna de las Fallas valencianas. Nuria nos avisa: “Una ramificación de esta ideología (la de la discriminación positiva privilegiada para gays, lesbianas, transexuales y bisexuales) está estos días batallando por ganar en algunos parlamentos autonómicos de España. Lo peor de esta teoría política que se está imponiendo de manera dictatorial con rotunda censura a los que la critiquen, no es que sea mala en sí, es que sea falsa como demostró este documental”. Está claro que la autora no distingue entre sexo y género, entre discriminación positiva y no-discriminación, entre documental y prueba científica, entre dictadura y desacuerdo con sus opiniones…
Lo más preocupante, sin embargo, es que haya personas que se identifiquen con los planteamientos de Nuria, no porque sean de ella, sino porque son radicalmente falsos.


[1] http://blog.iese.edu/nuriachinchilla/2014/07/no-mas-lavado-de-cerebro-en-noruega-desmontan-el-mito-de-la-ideologia-de-genero/

martes, 25 de febrero de 2014

Humor y oportunidad

 


La buena intención no siempre trae como consecuencia la acción correcta. La intención de Jordi Évole con su ya famosa broma -no sé por qué se le ponen nombres ingleses- era, según sus palabras, hacernos reflexionar sobre lo peligrosa que es la credulidad que otorgamos en muchas ocasiones a lo que se nos cuenta en los medios de información. Intención, sin duda, buena. El artificio para invitarnos a la reflexión ha sido inventar una historia, el relato falso de unos hechos, falsedad que el mismo autor descubre al final de dicha historia ficticia.
¿Qué hay de malo en todo esto?¿Por qué mucha gente se ha ofendido?¿Es aceptable que la gente se enoje por una broma que dura alrededor de una hora? En mi opinión, Jordi no valoró correctamente todas las circunstancias que han provocado ese enfado. Me refiero en concreto al poder que ha adquirido su persona y su trabajo en televisión. Considero que el éxito que disfruta se debe, sobre todo, a su empeño por descubrir la verdad de todos los temas que ha tratado. Ese afán por la verdad en un mundo donde lo que prima es, por el contrario, la mentira ha provocado que tantas personas se hayan sentido atraídas, generando una confianza en lo que dice mayor que la que se puede otorgar a la mayoría. Y, para ello, no ha hecho falta recurrir a la broma con forma de engaño. Quienes creemos en él lo hacemos desde la conciencia de que continuamente podemos ser engañados, pero no por él. Y la sensación de ser engañados, el conocimiento de que alguien se apodera de tu conciencia y la dirige hacia donde desea es, creo, una de las sensaciones más desagradables. Si, además, es alguien en quien confías de manera casi absoluta la sensación de desagrado aumenta proporcionalmente.
Es lo que tienen las sensaciones, que como decía Hume, dominan a la razón. Por eso, las explicaciones a posteriori, aun siendo plausibles no consiguen en muchos casos anular el efecto de aquéllas. El tiempo lo curará.


sábado, 9 de noviembre de 2013

CEGUERA





La justicia, o es ciega o no es justicia. No es por casualidad, por estética o por esnobismo que se la represente con los ojos tapados por un velo. Porque si viera a quien tiene que juzgar las pasiones se apoderarían de ella, generándole bien venganza, bien compasión. Pero ni la venganza ni la compasión son justicia, como sus propios nombres indican. Si la justicia tuviera que decidir sobre un acto realizado por uno de sus hijos y tuviera ocasión de verlo, de conocerlo antes de tomar una decisión, ¿alguien duda de que su maternidad entraría en conflicto con el hecho de juzgar, influyendo en y contaminando su decisión?
Corresponde a la justicia ser universal en su aplicación, no distinguir casos iguales, ni tratar igual casos diferentes. Su expresión debe ser formal, al estilo de las ciencias del mismo nombre, como la lógica o las matemáticas. En éstas, lo importante no es el contenido concreto de sus expresiones sino que los principios, leyes, axiomas, etc., se cumplan, es decir, se trata de fijar las condiciones que debe respetar una expresión para ser correcta desde el punto de vista matemático o lógico, sin tener en cuenta si en la realidad a la que se aplica hay manzanas, personas, presos o víctimas.
Por todo lo anterior, llámese como se llame, una determinada ley no puede ser modificada en función de quiénes sean las personas a las que se dirige, ni por presiones de los acusados o de las víctimas, menos aún para cambiar una sentencia ya emitida por tribunales en contextos políticos iguales, es decir, bajo el mismo sistema político.
Todo lo anterior es la base de la sentencia del Tribunal de los DDHH de Estrasburgo y que los mandatarios políticos y los máximos tribunales españoles han ignorado, provocando con ello la ira de las víctimas y el desconcierto de gran parte de la ciudadanía.